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el rayo verde

El sopapo.

El sopapo.

Aquel niño se detuvo frente a la maestra. Sin pararse a pensar, se encontró en el área de batida de la señorita Luisa. A la mente no calculadora de la instructora le llegó un indicio de un comportamiento impropio. A Luisito le impulsaba estar cerca, lejos de los matones de la clase, y concebía las circunstancias personales de manera sencilla. La señorita Luisa, susceptible esa mañana por una intangible noche de pasión amorosa no correspondida, no acababa de recuperar la compostura. Un gesto de rabia contenida y acritud añadía a su lamentable vestuario una imagen patética. Luisito apareció por el patio perseguido por dos pillos. La maestra, hundida por el momento deprimente, se acerco a Luisito. Le propinó un sopapo de tres pares de cojones sin venir a cuento, el niño acabó dando dos vueltas y media en el aire antes de incrustarse contra el suelo. Se hizo un silencio tremendo o peor aún, inolvidable.

El centro del universo.

El centro del universo.

En este momento estamos en un paisaje que es el centro del Universo. Una vez más, el rumor del mar y la húmeda arena nos alejan del mundo habitado. La perra negra se burla cariñosamente ante nuestros ojos de la espuma marina que trata de acariciarla, con gestos sentimentales nos provoca a qué lancemos una piedra al agua. Logan no se atreve a dar un paso más y permanece detrás mío. ¡Que gran curiosidad recorren nuestras mentes tan dispares! ¡Cuanta entrega y fidelidad existe encima de esos millones de granos de arena! Allá dónde estoy, me clavo en los ojos de la perra negra que gira su cabeza de perro sin dejar de mirarme y noto como Logan me roza inseguro la pierna. El agua se filtra debajo de nuestros pies y la perra negra se tensa, escapándose de mi horizonte. Logan, agachado, alcanza un guijarro reviviendo así sus travesuras pequeñas. En un aspirante lanzamiento el canto vuela en romántica inadaptabilidad con el viento como barrera y la cabeza de la perra negra se sumerge en la sutilidad cristalina del agua. Cuando saca el hocico, la sonrisa de Logan desgrana mi imperfecta existencia.

"Palabras para Julia" de José Agustín Goytisolo (1928 - 1999).

"Palabras para Julia" de José Agustín Goytisolo (1928 - 1999).

Cuando fuimos unos cuantos del barrio, no sé de que año, al concierto de Paco Ibáñez en el teatro Alcalá de Madrid no llevábamos entradas pues no teníamos dinero. En la puerta, el hermano de Paco Ibáñez, Rogelio, creo reconocer ese nombre después de consultar en internet, nos introdujo al lugar de la emoción consciente de la galería de personajes que quedábamos en la calle del Alcalá echando raíces. Rogelio descubrió varias puertas de acceso al teatro hasta que dio con una dónde había sitio para todos. Se comportó como una persona amable y de magnifico humor, pues recuerdo que me entraba mucha risa escuchándole. El concierto había comenzado y Rogelio nos enmascaró entre un publico entregado al cantautor. También en ese rato, en donde se extendieron argumentos discutibles sobre la conveniencia de dejarnos pasar o no, me atrevo a asegurar que Rogelio se ufanó por colarnos como si recordará la dificil juventud.

Estábamos allí, gracias a la repesca de Rogelio y precisamente, en esa atmósfera que tanto incitaba a escuchar. De pronto, sonó “Palabras para Julia” de José Agustín Goytisolo como constituye la mejor adaptación de su poesía y alcanzó una apabullante desesperanza en mi corazón. La intensidad de la letra y la voz enamorada de Paco Ibáñez se dejaban pertenecer y, en medio de las emociones y de los miedos, ...

dejo el poema:

Palabras para Julia

"Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable,
hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido,
yo se muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado,
entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Un hombre solo
una mujer
así tomados de uno en uno
son como polvo
no son nada,
pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otros hombres,
tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos,
entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino,
nunca digas no puedo más y aquí me quedo,
la vida es bella
tú verás como a pesar de los pesares
tendrás amor
tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es será todo tu patrimonio,
perdóname no sé decirte nada más,
pero tú comprende que yo aún estoy en el camino,
y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso".

unas puertas de semi-lujo.

unas puertas de semi-lujo.

Son ya unos años en la Administración General del Estado y ya me han inoculado el protozoo ese que pulula por el cuerpo del funcionariado, estaba rellenando un crucigrama cuando ha sonado el teléfono de mi mesa. Era Waity. Me decía que en un contenedor de la calle Manuela Torregrosa habían tirado unas puertas de semi-lujo con cuarterones, macizas y en blanco satinado. Me las imaginaba echas polvo, de modo que mi aportación a la causa era más bien pasiva.

Por la tarde, me convenció. “Iremos a verlas…”. La rebusquilla me pone de los nervios, así que cuanto antes acabe la cosa, mejor. Encima, era el tercer martes del mes, cuando el vecindario se deshace de los trastos y enseres viejos. ¡Estaría el barrio lleno de furgonetas! Tendremos que llegar al punto x antes que se oculte el sol.

Los efectos lumínicos del cielo eran surrealistas y unas nubes extrañas con forma de platillo volante se acercaban al Piruli de Torrespaña amenazantes. El paisaje celeste ocupaba mis adhesiones pictóricas cuando entramos en la colonia Fuente El Berro y un perro se convirtió en motivo principal en esa profunda metáfora de color y silencio. El aspecto de la colonia era singular, estábamos envueltos en una atmósfera rojiza intensa y unos ladridos de perro lejanos. Entre los coches surgían señoras mayores dando de comer a gatos callejeros  y algún vecino de aparente elegancia, estaba más pendiente de nosotros que del espectáculo de color. Al mismo tiempo, nos íbamos fijando en los chalecitos que asumían en sus fachadas los colores del cielo. Torcimos una calle y no exagero, las dos puertas servían perfectamente a nuestros propósitos, eran preciosas, un poco deterioradas pero que suscitaban un montón de posibilidades. Así que, obligados por la hora, nos llevamos dos puertas a la vez, cargados como si de una Virgen en procesión se tratara por el circuito de regreso a nuestra casa. Ya el singular cielo se había tornado oscuro, algunas mujeres ancianas abandonaban los comederos de los gatos y salíamos en lucha abierta con los otros buscadores del santuario de chalecitos. Justo ahora, Waity no puede más y sus acolchados antebrazos se rinden. Las furgonetas hacen acto de presencia y nos miran como a los carroñeros. El cacareo de Waity me indica que algo hay que hacer. De repente, cuando nos enfrentamos a un nuevo problema aparece una nueva solución, Peter O´Toole. “Cómo tú por aqui”. Creemos prestados sus brazos para un último esfuerzo con estas condenadas puertas y de esa manera, procede a cargar. Como en los fastos, llega la algarabía y entramos en el portal poco después. Mi suegro, con su carácter neutro acecha a los cristales, son dobles. Mi hermana no se imagina de donde vienen, la decimos que las traemos de una casona de Asturias. La vecina del segundo entreabre una rendija para mirar y Peter quiere cortarse los dos brazos para dejar de sufrir.

El Evangelio según San Mateo.

El Evangelio según San Mateo.

Se acerca la Navidad, en definitiva una fluctuante desmedida consumista. Claro está, gracias a una sociedad acogida en la sobreabundancia. Solo tiene uno que salir a la calle o enchufar la tele para saber de lo que estoy hablando. Esta tarde con Logan y Thor hemos transitado por la calle Goya, plaza de Felipe II, calle Alcalá hasta tener conocimiento de lo que estaba pasando. El hormiguero humano. Nuestras posibilidades de actuación en El Corte Inglés o en los comercios de la zona son limitadas por lo que hemos recurrido al puro paseo y al admirar el titánico esfuerzo de nuestro alcalde por iluminar masivamente la ciudad. Entre tanta fanfarria navideña y cultura oficialista, recordaba mientras tiraba del carrito del niño la figura de Jesús de Nazaret. El interior de la cabeza del lector bulle ante lo que acabo de escribir. Lo primero que pienso es en el Jesús de Pier Paolo Passolini, profundamente bello. Pienso lo lejos que está aquella traza, tan exacta al Evangelio, de la demostración vista de nuestra cultura.

Passolini era ateo y comunista, sin embargo percibe la figura de Cristo como una fuerza vital que se opone a la hipocresía más sucia del ser humano. El Jesús de Passolini es sencillo, realista, distante del profuso y ultraterrenal ser divino. No recordaba la música del film, si que me había cautivado mucho, y he visto que hay fragmentos de la obra de Sebastián Bach (cosa que podría haber intuido).

El caso es que la figura de Jesús ha llegado hasta mi, residente en mi corazón, por las razones apuntaladas a lo largo de mi infancia por mi padre, por las lecturas posteriores y por el cine. Mi amado padre me habló en mis débiles sueños de Jesucristo con orgullo y por desgracia, no se vio correspondido. Sin virulencia pero con convicción colaboraba en la idea de la fuerza de la razón de las que eran buenas personas y en eso, se las componía para que la fundamental justicia prevaleciera. ¿Cuantas veces armándose de tal valor trataba, con la familia por medio, de “desfacer” entuertos?  ¿Cuantos compromisos embarazosos tuvimos que soportar estoicamente por tales principios?. Se expresó con absoluta libertad ante cualquier tipo de manifestación o acto y se equivocó o acertó, como correspondía a su talante cívico. Mientras, hasta los doce o trece años asistí a la misa de once de los domingos, con profusa asiduidad, hasta que un día su amigo Julio, comunista, le trasformó en sus ideas y en las distintas transparencias de los valores absolutos. Ese otro personaje que renacía, también me enganchaba, como sucede con la cautiva montaña.

Por aquellos años de juventud pude ver en Televisión “El Evangelio según San Mateo”, y las imágenes en blanco y negro del film, las de aquel actor rígido de aspecto judío que me emocionaron. Era puro romanticismo, de una sinceridad tremenda.

A día de hoy, pasaron algunos años, y es innegable esos momentos clave en tu vida. También recuerdo con mucho agrado el libro ”El Evangelio según Jesucristo” de José Saramago y “Vida de Jesús” de Ernest Renan. Mi interpretación de las cosas me acerca a las sensibilidades extraordinarias y revalorizo así, aquellos discursos desatendidos y aquella sabiduría ya perdida de mi padre, del que se entregaba con toda humanidad.

Gilbert O'Sullivan - Alone Again (1972).

Dentro de un momento
Si no me siento menos amargado
Me prometo que lo intentaré
Y visitaré una torre cercana
Y escalaré la cima, para arrojarme al vacío
En un esfuerzo para dejar claro a cualquiera
Que esto es como cuando te destrozan

Parados fuera en una iglesia
Donde la gente dirá: "Dios eso fue duro"
"Ella estaba ahí parada"
"no hay razón para que nos quedemos"
"Podríamos irnos a casa"
Como lo hice por mi mismo
Solo de nuevo, naturalmente

Pensar que solo ayer
Yo era alegre, brillante y feliz
Mirando hacia delante
¿quien no jugaría el papel que me tocó actuar?
Pero como si me bajara a golpes
La realidad a mi alrededor,
Sin mas que un mero toque,
Me cortó en pequeños pedazos
Dejándome en la duda al hablar de Dios y su misericordia
Si Él realmente existiera
Porqué Él me abandonó?
Y en mi hora de necesidad
Yo realmente lo necesitaba
Solo de nuevo, naturalmente.

Me parece que hay mas corazones
Rotos en este mundo que no pueden ser remendados
Dejarlos desatendidos
¿Que haremos?¿Que haremos?

Solo de nuevo, naturalmente.

Mirando estos años que han pasado
Como sea regresan algunas cosas mas que otras
Recuerdo cuando lloré al morir mi padre
Nunca desee esconder las lágrimas
Y a sus sesenta y cinco años
Mi madre, Dios guarde su alma
No podía entender por qué el único hombre
Que ella había amado, se había ido
Dejándola para seguir con un corazón tan roto
A pesar del apoyo que le dí
No hubo palabras que decir
Y cuando ella se fue
Lloré y lloré todo el día

Solo de nuevo, naturalmente
Solo de nuevo, naturalmente.

 

The Weather Project.

The Weather Project.

¿Qué es esto?  Es “The weather Project” de Olafur Eliasson. Ese sol titánico que baña de luz anaranjada todos los intersticios del Tate Modern de Londres hace gala de cierto grado de desaliento. Imponente sobre todas las cosas, es el Dios Sol. El rebaño aparece abajo, los habitantes y su mundo. Hay una máxima austeridad, la gente charla, se echa en el suelo, hacen fotos… pero intencionadamente el disco todo lo integra en la penumbra ...

 

 

Me basta con pensar.

Me basta con pensar.

(la foto está prestada de un tal Tattuzzi).

Veamos, Waity ha entrado en una nueva etapa. Quiere colocar un vinilo en el dormitorio. Una autoadhesivo, lo denomina dar “un estilo propio” a la casa: Se fija en las tipografías y también acapara el diseño pop-art. Me traduce su lugar mental a mi cabeza ¿qué frase podemos poner?, incluso existen turbadores discursos pueden ir alojados en los azulejos de la cocina. No me hallo capacitado para interrelacionarme en esas múltiples derivas decorativas. Para quién no conoce este invento, dejo este link:  http://www.flor4u.com

Quizás, me gustan, puestos a pensar. Efectivamente, las pulsiones femeninas se extenderán entre el publico de esta nuestra “Republica independiente de mi casa” y pronto, tendremos un vinilo en una pared u ocupando todo un frente de armario. ¿Acaso en este ámbito de intercambio de ideas tengo alguna posibilidad de decidir? o definitivamente, la suerte está echada. La única frase que se me ha ocurrido ha sido una correspondencia visual que recuerdo llevaba en un parabrisas un camión en La Habana (Cuba) que decía, “Me basta con pensar”.

La era de los hombres sin atributos.

La era de los hombres sin atributos.

Aquí leyendo, por trozos el periódico “El País”, me fijo en un artículo de Xavier Theros y Enrique Vila-Matas. Va sobre la era de los hombres sin atributos, sobre “el anonimato como arma de resistencia en la sociedad de la sobreinformación”. Explican, entre otras cosas, que parte de nuestra experiencia vital se sume en una peligrosa alternativa: la pérdida de interés por todo lo que constituye nuestra vida cotidiana en pos de tecnología, también “sobre la multitud de anónimos que van cambiando el tablero de juego y ampliando horizontes”. Es realmente interesante hacer un recorrido por este denso artículo, página 42 del martes.

Este blog, del cual mantengo el “anonimato”, es una síntesis de mi ente (hombre biológico-sentimental-pasional-cultural) traspasado a las nuevas tecnologías. Todavía no he tenido una perdida de interés por la realidad, me absorbe cierto tiempo el escribir y leer, pero tengo otras voluntades que configuran mi verdadera esencia. Lo que Amando Fernández-Savater, un autor que citan en el artículo, llama el anonimato conectado es el resultado de lo que me mueve a escribir. En la red espero encontrar o qué me encuentren: personas-anónimas. Mi leitmotive es conectarme con otros seres y conocer otras ideas. Comunicarme con los demás.

Por las noches, cuando duermen en casa, dedico un par de horas a leer y escribir, lo que yo llamo tender un puente de parte con mi experiencia vital diaria. Es indiscutible, este paseo lo doy en las horas nocturnas, oculto e invisible, como hacían ” los individuos que se pasean al caer la tarde  y conectan y dialogan con otros seres anónimos y hablan sobre la posible verdad de las cosas, una verdad que esperan ir construyendo juntos”.

Yo hago mi vida normal diaria, no soy un refugiado de la vida real. Mi única finalidad es dar eternidad al amor que siento.

Caída de bici.

Caída de bici.

Caída de bici (Étienne Davodeau).

Después del hostión vi la vida oscura por un momento. Salí de casa esa mañana y Waity insistió una vez más, “Ponte el casco”. En mi corteza cerebral tengo un sólido escudo para los golpes y para hacer oídos sordos a los archisabidos consejos. A mi manera hacía caso, como deshojando una margarita, pero aquel día no lo agarré y salí a pelo camino al trabajo. En el viaje de vuelta ocurrió ese inesperado momento y salí lanzado por el aire, quemando metros de acera con mi chupa del Zara, adentrándome en la tensión lírica de las caras de los transeúntes. Una mujer y un hijo lanzaron un grito sordo a raíz del impacto. Por mi mente corrió mi infancia y parte de la conversación en casa, el olor trepidante del café y la sonrisa de los niños. Antes de que pudiera reclamar otros recuerdos, con enérgica violencia, propiné un golpe seco al suelo con la base de la nuca y continué rodando. Alguien a mi lado se quejaba de un brazo. Formaba un misterioso encuadre desde mi posición en decúbito supino, en el cenit tenía un largo recorrido hasta el cielo con numerosas nubes y en la tierra me hallaba rodeado de gente en un gran silencio público. A la hora de evaluar los resultados del accidente, no apuntaba nada mal. Podía mover las extremidades y el cuello. Mi ineludible amigo continuaba quejándose, apoyando ahora su espalda en una farola. Una mujer de ojos verdes me susurro algo y adquirió cierto protagonismo en esta espera. Me dijo que pronto llegaría una ambulancia. A los diez minutos, seguía sin aparecer rastro de ayuda y pude levantarme del suelo. El encomiable vecino descargó sus responsabilidades contra el Ayuntamiento por la manera de gestionar los espacios públicos, y en un momento de descuido desapareció. Miré a mi bicicleta con algunos desperfectos y pude colocarle la cadena que se había salido de su posición. Ojos Verdes no quería dejar que me fuera hasta que no llegaran las asistencias, de mi cabeza brotaba un chorro de sangre y era condición para que no me moviera de allí pero con un relativo equilibrio pude proceder a subirme en la bici y a largarme con un dolor poético en todo el cuerpo.

Cuando llegué a casa me di cuenta que había guardado en mi memoria una infinidad de matices, de una fidelidad sorprendente. En esos detalles precisos asistía, una y otra vez, con mis pensamientos al momento del accidente cuando vi saltar el reloj ruso Vostok que llevaba en la muñeca esa mañana. Rápidamente me eche mano a mi muñeca izquierda, pura realidad material, en una tentativa de que solo fueran imaginaciones pero el reloj había desaparecido. Intenté recuperarlo yendo al lugar, con las estrictas fuerzas lo busqué. Nada. Solo quedaban las huellas, el frenazo y restos de sangre de mi cabeza.

Bernd Schuster (2º parte).

Bernd Schuster (2º parte).

Me entero hoy martes que…

 

“...Bernd Schuster ha sido destituido de su cargo a petición del director deportivo blanco Pedja Mijatovic, que aconsejó al presidente, Ramón Calderón, no mantener al entrenador en el cargo después de sus polémicas declaraciones sobre el próximo clásico, en las que afirmó que "no es posible ganar al Barcelona”… ”.

 

Bueno, que tengo que decir, lo siento por el entrenador que es separado así, antes del Derby, en lo que son las constantes de movilidad en los entrenadores de fútbol.
¡Ay, de los halagos hacía Bernd Schuster que hacía en el post de ayer!
La sombra alargada de Pedja ha reaccionado inmisericorde. El tiempo no ha sido el indispensable para el que fue un gran jugador y excelente entrenador de fútbol. Llega en el peor momento la destitución, dejan sin rumbo al Real Madrid en Barcelona.
(foto Camp Nou, estadio de FC. Barcelona).

Bernd Schuster (1959).

Bernd Schuster (1959).

Le están dando por todos lados a Bernd Schuster. Escucho la SER y le ponen a caldo. José Ramón de la Morena nos hace creer que está acabado, finiquitado para ser entrenador del Real Madrid. El resto de contertulios afines comparten que es intolerable esa actitud derrotista. El resto de medios consultados y emisoras son un foro de ataques constantes. Las declaraciones hechas por Schuster después de la derrota ante el Sevilla CF por 3 a 4 no dejan lugar a dudas:
"El partido contra el FC Barcelona me preocupa menos que cualquier otro partido. Allí no es posible ganar porque el FC Barcelona está arrasando y creo que este va a ser su año. El equipo puede hacer un buen papel allí. Pero de más no se puede hablar"
Estas operaciones de ajuste, por antipático, al técnico madridista por parte de una gran mayoría de periodistas deportivos muestran cierta amargura y están marcadas por un resentimiento hacia el entrenador alemán. Yo, personalmente, no renuncio a su peculiar sentido del humor y a su convencida ironía. Creo que está motivando a sus jugadores. En los momentos más duros para el madridismo el año pasado, trasmitió su visión clara del fútbol al equipo y fue capaz de ganar la Liga ante un Barcelona superior. Este año, no hay indicios de que eso vuelva a ocurrir, pero tengo fe en este genio de temperamento solitario. El próximo sábado saldremos de dudas.

Aquellos sueños.

Aquellos sueños.

Que queda de aquellos sueños, de las muchas felicidades que prosperaban cada noche en la almohada, de los países que ya no existen, de los muros caídos que escondían los paisajes más poéticos, del sueño fantástico que impulsaban aquellos libros.

Cuando andábamos por aquellas calles desiertas con sabor a Octubre y nos mirábamos a los ojos con el flujo misterioso de cómo nos imaginábamos el mundo, descubrimos que la juventud se iba. La perdimos como todos los trenes que atravesaban los veranos cálidos de nuestras vidas, como las revoluciones. Inmediatamente, fuimos infelices y aquella vida, que escribíamos a impulsos en las recónditas playas y en el último curso del instituto, nos abrió los ojos certeramente y nos extrañamos. Pensamos en los problemas, en el futuro, en el deber, en el derecho y todo se convirtió en desigual, tú y yo empezamos a robarnos los besos y a dedicarnos a nosotros mismos sin demasiado sentido. Los tiempos se modificaban a golpe de jornadas, de perezosos fines de semana y de entornos domesticados por las grandes mentiras. No podíamos dejar perder las oportunidades únicas, la inutilidad de los sueños que iban más allá de las ganancias se hicieron inconvenientes. Preocupados por la excesiva responsabilidad nos dejamos, como hacían los verdaderos amantes, y para reinventar nuestro nuevo destino evitamos los recuerdos. Los nuevos tiempos transcurrieron como en una novela absurda y nuestro derrumbe fue afianzándose según transcurrían las páginas marcadas por la despiadada enumeración. Las grandes esperanzas habían desaparecido del texto y las voces enérgicas de la plena juventud se diluían en la complejidad flotante de los contratos sociales. Los sentimientos más intensos estaban enterrados en los amaneceres de los tiempos y el preciso mecanismo de la trama urdida por los autores voraces nos alimentaba con miradas de traición.

Lo que queda del libro no esconde dudas y ya escucho el crujir del fuego, fecundo de ser hoguera de hombres y mujeres que enmudecen en las páginas blancas de la historia.

Un caballo de muerte.

Un caballo de muerte.

El listo se desencajaba de risa. Durante años había transformado la inocencia de aquel imbécil en un sentimiento cruento. Desafiaba el listo a su propio atrevimiento y delante de las chicas de la oficina trataba de sugestionarlas en una especie de tribulación literaria. El imbécil no entendía nada y en lo que parecía una pausada reflexión no era sino una tremenda inanición de inteligencia. Las chicas, imbéciles como él, reían las gracias del listo que no paraba de jactarse y de infiltrar sorna en la cabeza de su pobre victima. El misterio del silencio del imbécil lo esclarecía rápido el listo, convenientemente, y mediante breves y agudas representaciones le humillaba como a un perro. A las estúpidas secretarias les impactaban esos signos de virilidad y de implacable autoridad. El imbécil, intimidado, se reencontraba con su triste tarea de almacenero en una etapa de inactividad febril que llegaba a preocupar al jefe de Administración.

El listo en el momento crucial de esta historia sólo pudo sonreír por última vez. El imbécil, en el reparto anual de los sobres del reconocimiento médico, le había regalado al listo un caballo de muerte.

Miguel Ríos.

Miguel Ríos.

Como son las sorpresas. Miguel Ríos, uno de los antológicos músicos de este país, me lo he cruzado muy cerca de mi casa. Ha sonreído a mi hijo mayor y a mi esposa, por este orden. En esa fase de restauración que tienen las viejas glorias, también sé que ha sacado un nuevo disco. El matiz de la voz de Miguel Ríos es perfectamente reconocible en el espacio común que coincidimos, es una leyenda del Rock Español.

Su voz, reducida por la cercanía física, ha hecho aparecer en mi mente aquellas joyas musicales de los años ochenta. Me gustaba más de lo que pensaba.

En esos momentos coincidentes, limitados por un paso estrecho de una escalera se le caído un trozo de papel. Miguel Ríos no ha reparado en ello, yo inconscientemente si. Logan ha pasado olímpicamente del laureado músico como corresponde a su edad y bajo un diferente criterio Waity, no por ello el personaje ha exhibido el poder de una sonrisa. Más tarde, en esa extraña mezcla de procesos casuísticos, al volver a pasar por el mismo lugar estaba el trozo de papel que se cayó. Un trozo de la esquina de un periódico y unas letras escritas: “p barber”. No sé que significan. Cuando he llegado a casa, me he entregado a buscar algún cd de Miguel Ríos para insertar en la caja ese trozo de papel. En vano. Entre tantos títulos y artistas reunidos al cabo de años la sorpresa ha sido desconcertante, y a esto me refería al principio, no ha aparecido ningún cd de Miguel Ríos entre la discografía. En el intento de clasificarlo por certeras intuiciones y a la espera de un cd del autor, el trozo de papel ha ido a parar a la caja de la Banda Sonora de Apocalipsis Now.

varekai (cirque du soleil).

varekai (cirque du soleil).

Invitado por Vodafone y por Toolo que no podía venir desde la costa cálida de Alicante asisto al sobrevalorado Cirque Du Soleil. Digo sobrevalorado porque las impresiones (teatrales) que recibo exteriormente son extraordinarias. Sospecho del espectáculo, es bueno, pero sospecho. Una profundidad conceptual desmesurada, tipo a la Fura, en un escenario para disfrute de la percepción. El resultado es agridulce. Es banal y también arquitectónico. No dudo de la calidad estética de las acrobacias, de los números musicales, del diseño del vestuario pero las vías del transporte de esta historia me chirrían. Me dice alguien que hay que vivir con más intensidad las cosas, ¿Quién sabe?

En el Intermedio, después del vuelo atmosférico de los acróbatas, nos encontramos con el “oriental” Cayetano, amigo del alma, amen del cambio de dimensión. Atraídos por una extraña fuerza nos encontramos aquí, haciendo una foto a Waity con una careta en el área del merchandising del Circo New-Age, en un terreno donde planeaban los espectadores ávidos de adquirir un recordatorio del evento. El dialogo con Cayetano giró en torno a las mismas pretensiones que contuvo nuestro último cruce (deberíamos revisar más nuestras coincidencias). Abrimos esperanzas a un pronto reencuentro y volvimos a nuestra butaca a contemplar, desde perspectivas diferentes, las situaciones límite de los del mundo del Circo.

 

"Txoria Txori". Mikel Laboa.

Mikel Laboa (1934-2008)

Mikel Laboa (1934-2008)

Cuando te hablan tanto de alguien, cuando en el coche, en los viajes nocturnos, suena su voz, cuando vas superando los años y descubres una vez más la elegancia de la música, cuando suenan los ecos de una canción en una taberna perdida de Euskadi, cuando en los últimos años te interesas por las letras de sus canciones que te atraviesan el corazón... es cuando parece que alguien te ha estado esperando.

Mikel Laboa ha muerto como el río que va a la mar. Waity en su singular cartografia musical insistió en que yo disfrutara del paisaje de este río inmenso que a veces sonaba como un cristal. Escucho su voz esta mañana, el disco Zuzenean, que Waity ha buscado por ese panorama fracturado de cd´s que tenemos en casa. Me lee las traducciones, me explica. Me habla de su amigo, Iñaki Salvador, y de esas construcciones originales. Demasiado bueno.

(dejo en el siguiente post el video en you tube del famoso Txoria Txori)

Agnès Humbert (1896-1963) y Leonard Cohen.

Agnès Humbert (1896-1963) y Leonard Cohen.

He escuchado una entrevista en RNE a Antoin Sabbagh, nieto de Agnès Humbert. Ha sido una experiencia muy emocionante.

Agnès Humbert tenía 43 años cuando comenzó la II Guerra Mundial, escribió unos diarios que se publican ahora en España. Hablan de la ocupación alemana en Francia y de cómo la Resistencia francesa se las arreglaba para resistir, incluso sacrificando su propia vida por los ideales. Los horrores de la guerra también dan paso a actitudes imprevisibles en el ser humano. Gente corriente se convierten en héroes anónimos. Agnes estuvo recluida en prisiones alemanas en Francia y más tarde en campos de concentración cerca de Dusseldorf. El libro no sorprende, las posibilidades de sobrevivir se hallan al mínimo. Está claro, hay que luchar.

En la actualidad tenemos otro tipo de sociedad a la de hace 60 años. Todo se olvida con la “opulencia” y los problemas que se abordan, en general, son los relacionados con el consumo. Estamos apaciguados.

El video es la canción El Partisano de Leonard Cohen, cuenta los instantes últimos de un partisano capturado por los nazis y la victoria que tendrá que llegar.

***

El rayo verde de Julio Verne. Cap.I.

El rayo verde de Julio Verne. Cap.I.

-Buenos días, tío Sam –dijo.

-Buenos días, querida hija.

-¿Cómo vas, tío Sib?

-¡Perfectamente!

-Elena –dijo el hermano Sam-, tenemos que arreglar un asunto contigo.

-¡Un asunto! ¿Cuál asunto? ¿Qué habéis tramado? –preguntó miss Campbell, cuyas miradas, un tanto maliciosas, se dirigían sin cesar a uno y a otro.

-¿Conoces a ese joven, el señor Aristobulus Ursiclos?

-Le conozco.

-¿Te desagrada?

-¿Por qué había de desagradarme, tío Sam?

-En ese caso, ¿te agrada?

-¿Por qué ha de agradarme?

-En una palabra, mi hermano y yo hemos resuelto, después de maduras reflexiones, proponértelo para marido.

-¡Casarme! ¡Yo! –exclamó miss Campbell soltando la carcajada más estrepitosa que jamás habían repetido los ecos de la galería.

-¿No quieres casarte? –dijo el hermano Sam.

-¿Para qué?

-¿Nunca…? –dijo el hermano Sib.

-Nunca –repuso miss Campbell adoptando un aspecto serio que desmentía su boca sonriente-. Nunca, tíos míos…, hasta que no haya visto…

-¿Qué? –preguntaron el hermano Sam y el hermano Sib.

-¡Hasta que no haya visto el Rayo Verde!

 

Primera Parte.

Capítulo primero.

EL RAYO VERDE de Julio Verne.