Saturno devorando a su hijo (1819-1823).
Hoy hablando con Waity en referencia a una exposición que hay en el Museo del Prado “Entre Dioses y hombres” de esculturas traídas de la ciudad alemana de Dresde hemos comentado qué cuadro más nos impresionó cuando fuimos al Museo del Prado por vez primera. En el deambular sin intenciones como era mi caso, con pocos años de edad, en la práctica contemplativa de mirar sin ser capaz de entender me detuve ante este cuadro de Goya, “Saturno devorando a su hijo”. No entendía nada cuando leí aquel cartel al pie del cuadro: “…devorando a su hijo”. Me fijé en esos ojos extremadamente abiertos y en el efecto que me impresionó profundamente: la boca abierta de la que colgaba el brazo del infeliz retoño. Era tremendo. Iba acompañado de mi padre, a lo que me preguntaba si podría él transfigurarse en Saturno y devorarme a mí también. No hubo más búsqueda, por mi parte, de más territorios inexplorados en la pinacoteca. Salí ensimismado ante el hallazgo macabro y esa noche la pasé mal. En posteriores visitas, sigo sin poder conectar con el cuadro y la impresión que me causó de niño mantiene mi recelo, lo que me alienta a admirar a Francisco de Goya. En definitiva, la angustia de la existencia.
2 comentarios
Moebius -
Saludos
Pedro (Glup) -
Curiosa anécdota.
Saludos cordiales,