Ismael Serrano (1974).
foto: Ismael Serrano Morón.
Se puede afrentar dignamente los tiempos acelerados que vivimos. El dominio de la poesía, de la letra de una canción, nos establece nexos con épocas pasadas y con los sutiles cambios que van produciéndose día a día. A Ismael Serrano lo descubrí en el 95 o 96, por un casual, en un Festival Universitario en Madrid. Actuaba en una carpa que pusieron enfrente del rectorado de la Politécnica en la calle Ramiro de Maeztu de Madrid. En el escenario sonaban las palabras e invitaba su voz emocional a escuchar. Me hice resistente a abandonar el sitio de partida por la barra del bar. Y no me equivoqué, aquella tarde tomé buen rumbo a la estrella polar. En realidad hubo división de opiniones porque un autor genera situaciones distintas y combinables entre el público.
Al cabo de los años es de advertir que Ismael Serrano ha tenido un papel esencial en la historia de la música actual española. Su afán por expresar un discurso, una declaración de principios o sencillamente una sincera colección de canciones ha servido como punto de partida para muchos jóvenes. Es un elemento más de nuestra cultura, de nuestra lengua, de nuestra manera de entender el universo, de nuestra manera de descifrar la realidad. Seguramente es así y si no, nos quedará el placer de sentir.
Al cabo de los años es de advertir que Ismael Serrano ha tenido un papel esencial en la historia de la música actual española. Su afán por expresar un discurso, una declaración de principios o sencillamente una sincera colección de canciones ha servido como punto de partida para muchos jóvenes. Es un elemento más de nuestra cultura, de nuestra lengua, de nuestra manera de entender el universo, de nuestra manera de descifrar la realidad. Seguramente es así y si no, nos quedará el placer de sentir.
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