Accidente aéreo en Barajas
Conmocionado por estos caminos laberínticos hacia el abismo me acuerdo cuando era niño, antes de ponerme en contacto con el horror. Cuando mis padres me separaban del sufrimiento y cuando todo, tenia una explicación convincente. Cuando la imaginación estaba por encima de la realidad, y el amor era radicalmente profundo, ajeno a cualquier provocación de la vida.
Ayer en el aeropuerto de Barajas (Madrid) un avión de la compañía Spanair se estrelló en el despegue, 153 muertos. Sobrecoge la magnitud de la tragedia. También ayer se disputó un partido de fútbol amistoso, España-Dinamarca, no quise saber nada pues es difícil reconciliar estas dos cosas. La vida efectivamente sigue y estas trágicas secuencias aisladas se abren como heridas y cicatrizan.
Salí del trabajo a las tres y en el coche, por la Cadena Ser, estaban dando la noticia. El accidente ocurrió a las 14:45. No daban importancia al suceso pues sólo hablaban de una columna de humo y de un incidente menor en una de las pistas del aeropuerto. Más tarde, me enteré del alcance del fatal accidente. Se iban incrementando la cifra de muertos según avanzaba la tarde hasta llegar a esta mañana, 153. Las descripciones que se hacen de los cuerpos de las victimas son espeluznantes, brutales: hablaban de restos humanos esparcidos, olor a carne quemada, cadáveres desmembrados, cuerpos carbonizados…escenas dantescas como para echarse a llorar.
He escuchado llegando al trabajo esta mañana un testimonio de una superviviente por la radio, tremendo. Me he quedado con su nombre no sé por qué, Ligia Palomino. Vivencias así hacer emerger las nuevas fronteras de la vida. Con un dedo te han elegido para nacer de nuevo. Entre el absurdo e impresionante paisaje de muerte y hierros retorcidos los pocos supervivientes tienen una nueva fecha de cumpleaños.
Recuerdo los dos accidentes aéreos de 1983 en Madrid, yo era muy joven. 25 años después revivimos lo mismo. En Canillejas, mi antiguo barrio, acudieron los vecinos a comprobar in situ la humareda y el rastro de los cuerpos calcinados. Existía un cerro, cerca de la Ciudad Pegaso, dónde era posible visualizar el aeropuerto y ver. En el caso del accidente de Mejorada del Campo se acudía en vehículos particulares, como en una romería, al lugar del siniestro. El seguimiento mediático fue potentísimo y se hacían muchas conjeturas, quizás en el de ayer hay que sumar que ahora hay más televisiones, internet, teléfonos móviles y se llega antes a la información. Lamentablemente, también se roza o se cae más en el morbo o en la falsa condolencia.
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