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el rayo verde

La mirada de Ulises

La mirada de Ulises

Pensaba que tenía opciones pero siento nostalgia por el pasado. Planteo mis soluciones a los problemas a través de decisiones equivocadas. Así, no puedo entender el futuro.

El cumpleaños de Kahsi fue en la casa de campo de Bisset que la había prestado para una traslación de circunstancias en un momento preciso. La casa de Bisset ocupa un lugar que conlleva una invitación a la imaginación, con vistas al bosque, a las praderas verdes y al atardecer del otoño.

Se fundamentó la fiesta en la constatación de unas multitudinarias manifestaciones de alegría  y la abundancia de alcohol. Entre los invitados, Kahsi y Pesmer, que adolecían de cierta pobreza melódica. La influencia de sus conversaciones iniciales o como quiera que se llamen, me llevaron a entonar diversas canciones populares. La historia de Kahsi y Pesmer era como mirar cada uno en una dirección. Por otra parte, la belleza de los paisajes y la alegría de los convidados era un escenario entero de situaciones impredecibles. Kahsi se intentaba involucrar en la dinámica de pareja y Pesmer ilegalizaba la situación, oculto entre su iniciativa extraña de quedarse solo  en un rincón, simulando abstraerse.

Confirmado que lo imprescindible eran las pautas serenas que el espacio rustico de la casa permitía, la comida generó una extensa sobremesa. Las situaciones estaban más atentas al tambaleo de la insensatez que al convencionalismo. Y así es cómo las contradicciones explotan. Pesmer se propuso dedicar a desaparecer minuciosamente de la fiesta y Kahsi, sin más intermediarios, a través de su mirada inocente e infantil, se desahogaba cada vez más en el caldeado clima nocturno. Kahsi, más guapa, reía mientras sus rizos pendían sobre su frente y Aliance, un guapo imaginario que pululaba esa noche, se le fue adelantando a su piel la llegada de la primavera.  

Los espacios de intensidad lírica, ya alrededor de la chimenea, y con Pesmer en fuera de juego, y la confusión que se desperdigaba por el salón, debido profusamente a una música parecida a la fanfarria balcánica, ayudaban a una cordialidad más allá de la mera amistad. Pesmer no supo encontrar una secuencia favorable ese fin de semana y Kahsi experimentó su adornado romanticismo con Aliance.

En esta futilidad de la existencia, el deseo no deja de crecer y uno lamenta no rememorar esas sensaciones más a menudo. En esta mezcla de realismo e hiperrealismo, Kahsi y Aliance se deslizaron escaleras abajo. Se encontraron en una situación temporal propicia, destilando química pura y sacando adelante, pese a las apariencias, un romance salvaje que era una recopilación de amor regalado.

Al día siguiente, el clímax de la noche anterior abrió paso a la realidad definitiva. Kahsi y Pesmer, con sus interpretaciones intimas. Juntos de la mano como dos enamorados.

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