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el rayo verde

Colores

Colores La revolución antagónica de Rojo pone término a la relación incumplida de Negro y Violeta, a el foso gigantesco que incomprensible mantenían. Se puede pensar que Negro se come las palabras y advierte que no hay nada que hacer ante el enteramente afectivo Rojo. Desenvuelto con su atrevido y descarado atuendo, su ambiciosa emoción y su delicado deseo, Rojo genera en Violeta lo que no pudo entender en Negro.
Negro querrá construir un mundo fuera del mundo, pero un mundo del agrado de una existencia extrañada, aprendida de la improvisación general, del desconocimiento de unas vidas insignificantes y de la libertad nunca recuperada. Negro se inscribe en la realidad frustrante, la infelicidad vivida. La vida, monopolio inquebrantable del deseo, la acumula Rojo y los lugares habitados de Negro están en guerra como los tiempos anteriores. El fracaso de Negro aguanta unas pocas semanas más y el consiguiente distanciamiento de Violeta hace que Negro vuelva a las actividades incapaces de expresión.
Rojo hace, transforma, se limita a buscar a Violeta y a excluir a Negro. Rojo está preparado para pensar como una corona para reinar, se encuentra abierto a recibir el rumor silencioso de los segundos que preceden la llegada de Violeta. La subversión existe de manera litúrgica. Sin impugnación ya, tiene Rojo la certeza de acertar, de ampliar la fórmula a través de conectables ecuaciones, de pedir cosas que son posibles en una estrategia imposible. Por completo, Violeta distingue rotundamente el mensaje fascinante de Rojo, que provoca un sensual fuego en sus ocultas profundidades. Lo que queda de humillación en Negro, el oscuro porvenir, el paso evidente del tiempo, es en cualquier caso abasto de las llamas narrativas.
Violeta se sobrepone a la mediocridad recorrida, a los episodios erráticos con Negro, a su pasado estéril, al formato heredado de un hombre preso del narcótico corsé inhabitable. Violeta se brinda a Rojo y por fin, se abandona en un pulso placentero inmenso entre las sabanas ajenas, en la habitación integrante de Rojo, tantas veces transitada por mujeres que podemos imaginar. Violeta deslumbrada, entre éteres y un cuerpo que arroja derrumbadas palabras excitantes, y murmullos de viento embadurnado con sustancias morbosas hasta el erotismo ciego, se luce omnipresente como la pintura decorativa en el ánfora. Violeta deja sus pechos al inesperado desfiladero de voluntades lujuriosas de Rojo, a la sosegada ignorancia de las certezas y los muslos desnudos a una contrapartida de un juego persistente que con el mínimo roce crean un lenguaje psicofónico sutil. Violeta se abandona a la penetración desafiante como el péndulo es empujado por una fuerza invisible, hasta la brillantes antípodas del cuerpo visible, refugio ideal de las desbordantes rebeliones. Como existe el amor, como existiendo sigue una particular guerra de intolerables abrazos y cariñosas transgresiones en un aliño de besos y juegos irrespirables que cuarenta veces por minuto emergen de la boca de Rojo en una llama carmesí hasta al icono extremo de la absoluta feminidad. Rojo amará como nada a cada encumbrado punto de esa parte en la geografía de Violeta, rescatará las inmensas calas que el océano abandona en los pliegues recorridos con absoluta dulzura. El amor generoso será intolerable con la indigencia, incansable con el territorio insondable y en las desconocidas huellas de metamorfosis quedaran las marcas de las imágenes perfectas. Y en lugar de enamorase, se muestran como amantes insubordinados en un sueño tenue y de nuevo, la obstinación impuesta por la perspectiva de soñadores que no desgasta el amor, transportará los enigmas de la derrochada vida.
Y en evidencia, los fantasmas ausentes de Negro, que entre algodones durante el día, maltrecho y malherido por la noche, agotan su reflejo engañado en las heridas del tiempo, como cuando bajo secreto confunde el espacio asignado a su presencia con el intercambio social de inequívocos desalientos.

1 comentario

Travis Bickle -

acabo de llegar de una cena en tierras vetonas. El gran veton celebra tu reestreno blogero, y yo por supuesto tambien.Reconozco que con colores, tengo para unos dias, me quedé en el lazarillo de tormes, tendré que ir desgranando cada adjetivo y cada sustantivo para que todo tenga sentido en mi maltrecho intelecto.
unabrazo de todos los vetones.